Escribo este blog sin saber si algún día vas a leerlo... con la intención de hablarte, de sentirte más cerca, de registrar cosas que pienso y siento. No se tratar de escribir diario, sino más bien algunas cosas que no deseo olvidar... que quizá algún día te interesen leer.
Quiero que sepas que te extraño, y que pienso mucho en tí. Hoy lo he hecho por varias horas. Me haces falta.
Encontré una nota técnica muy interesante, creo que su lectura nos va a servir a ambos. Ya la fotocopié, pienso escanearla mañana en la escuela para enviártela. Cuando vaya a Morelia le voy a entregar una copia física a tu mamá, incluyendo un libro interesante: El hombre en búsqueda de sentido, de Viktor Frankl. Ese libro me lo regaló mi amiga de Costa Rica (¿te acuerdas? ¿Que algún día iríamos a su boda y de paso a Playa Herradura?). Ahora te lo presto, con mucho cariño.
Hoy aprendí que hay cosas que nos causan dolor y cosas que nos causan daño. Pudieran parecer lo mismo, pero no lo son. Hay que saberlas separar para obtener provecho. Por ejemplo... tropezarte y rasparte la rodilla. Eso es daño y dolor. Echarle alcohol para desinfectar la herida. Eso es dolor, pero no es daño. Es incluso sanación. Pues bien, lo que decidimos hacer nos duele... mucho, a los dos. Pero es mi intención (y creo que la tuya también) y esperanza que se convierta en sanación.
Era necesario romper el círculo vicioso de pelear, incluso de faltarnos al respeto e insultarnos... no lo estábamos sabiendo interrumpir en el día a día. Aún hay cosas muy confusas en mi cabeza para encontrar el porqué... espero con el tiempo tener una visión más clara. Pero estoy convencido que tomamos esa decisión dolorosa con la intención de buscar el bien mutuo... para mí sólo vale la pena el sacrificio de privarme de tí, si sé que vas a estar mejor así.
Te adoro mi Yayipolli. Y te extraño muchísimo.
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